Tras una expansión constante en Europa en los últimos años, la banca abierta está ganando impulso en América Latina. Brasil, México y Chile ya han implementado marcos regulatorios, y Colombia está avanzando hacia el intercambio obligatorio de datos.
Si bien este modelo promete una innovación poderosa y mejoras significativas en eficiencia, el progreso ha sido desigual. Sin embargo, al aprender de la experiencia europea —en particular, de su enfoque hacia la estandarización y regulación—, América Latina no solo puede superar obstáculos clave, sino también aprovechar sus fortalezas únicas y ayudar a que la banca abierta cumpla su potencial de transformar los servicios financieros en toda la región.
Lo que América Latina puede aprender de la experiencia europea
La PSD2 europea y los Estándares de Open Banking del Reino Unido sentaron las bases regulatorias para el intercambio seguro y basado en el consentimiento de datos, exigiendo que los bancos pusieran APIs a disposición de proveedores terceros.
APIs abiertas: la columna vertebral de la innovación fintech en América Latina
La estandarización ha contribuido a reducir los costos de cumplimiento —especialmente en materia de prevención de lavado de dinero (AML) y conocimiento del cliente (KYC)— y ha mejorado la comprensión e inclusión del cliente en torno a la banca abierta. Sin embargo, a pesar de estos avances, la regulación por sí sola no ha impulsado una adopción generalizada, debido principalmente a las siguientes razones:
Fragmentación persistente – A pesar de contar con marcos sólidos, el ecosistema de banca digital en Europa sigue fragmentado, con reglas de API que varían entre países.
Resistencia institucional – Muchos bancos tradicionales y más pequeños en Europa han resistido el modelo de banca abierta; algunos por reticencia institucional, otros por falta de recursos para modernizarse digitalmente.
Fricción del cliente – Quizás el aspecto más relevante para América Latina: el escepticismo del cliente persiste, con muchos dudando de que los beneficios superen los riesgos percibidos sobre el uso compartido de datos.
Los límites de la regulación y la promesa del mercado latinoamericano
Pese a sus marcos regulatorios robustos, Europa ha tenido dificultades para convertir el potencial de la banca abierta en un impacto cotidiano: actualmente, menos del 10 % de la población europea usa servicios de open banking. Este bajo nivel de adopción demuestra que exigir el intercambio de datos es un buen punto de partida, pero no suficiente por sí solo para impulsar el uso generalizado.
Aquí es donde América Latina puede destacarse. Con más de 3.000 fintechs en el mercado, la región es un terreno fértil para el open banking y ya está mostrando un impulso significativo para abordar las necesidades de millones de personas no bancarizadas o sub-bancarizadas.
Cómo América Latina puede aprender de Europa y aplicar soluciones propias para impulsar la siguiente fase del open banking:
Fragmentación – Aunque difícil de superar, América Latina ha logrado acuerdos regionales en normas ambientales y farmacéuticas. El auge de actores transfronterizos como Nubank y MercadoLibre también podría facilitar la armonización regulatoria.
Resistencia institucional – Aquí, América Latina tiene una ventaja clara, con menos sistemas heredados y una mayor tasa de digitalización; tanto los actores establecidos como los disruptores son más ágiles que sus contrapartes europeas.
Fricción del cliente – Los avances recientes en inclusión digital y financiera demuestran que los usuarios se comprometen si la experiencia es intuitiva, segura y con beneficios tangibles.
Construyendo una banca abierta centrada en el cliente a través de la ‘Gustanomía’
A medida que América Latina continúa aprobando nuevas leyes sobre open banking, los bancos tienen la oportunidad de construir un sistema abierto por diseño, pero centrado en el cliente. Al aprender de los desafíos europeos y aprovechar su ecosistema fintech en crecimiento, la región puede desarrollar el open banking como parte de su continuo camino hacia la inclusión financiera.
Aplicar los principios de la Gustanomía—necesidad, incentivo, estatus y compromiso— es la mejor forma de que los bancos aceleren la adopción: haciendo que los servicios de open banking sean visiblemente beneficiosos para la vida financiera de los usuarios, incentivando y recompensando la participación, ofreciendo experiencias compartibles y creando entornos digitales atractivos.
Y mediante la combinación de una regulación eficaz y unificadora con una eficiencia dinámica impulsada por el mercado, América Latina puede mostrarle al mundo cómo hacer realidad el potencial de la banca abierta para beneficiar —e incluir— a todos.
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