La banca tal como la conocemos enfrenta el momento más desafiante desde su creación hace 200 años, un momento crítico de evolución o desaparición.
En el pasado, los gigantes cayeron, como Blockbusters y Goliaths que no pudieron moverse lo suficientemente rápido como para no ser vencidos por competidores ágiles. Para los bancos, la aparición de nuevos actores como las fintech, los "gigantes" tecnológicos ágiles e incluso su propia evolución de bancos digitales más livianos, los amenaza.
En el mercado norteamericano, en particular, hay un gran espacio para desarrollar esta mentalidad. El 30% de la población no utiliza bancos ni consume servicios financieros, y el otro 70% que tiene una cuenta bancaria no ahorra dinero en absoluto. Aproximadamente el 20% de los pagos todavía se realizan con billetes y monedas físicas y, según el informe de la FDIC (Corporación Federal de Seguro de Depósitos) de 2017, 6,5 millones de hogares no tienen ninguna relación bancaria.
Pocos países en el mundo tienen un mercado bancario con tanto potencial como Estados Unidos. Para corroborar este prometedor escenario digital, para 2025 se conectarán alrededor de 20 mil millones de dispositivos, lo que equivale a casi tres veces la población mundial. Y solo en los últimos dos años, estos dispositivos han generado el 90% de los datos ya producidos.
En este escenario, los bancos tienen tres posibles caminos. El primero es el viejo camino, creando un equipo altamente costoso de expertos bancarios más un equipo de desarrolladores y construyendo su propia plataforma, invirtiendo una cantidad considerable de tiempo para igualar la tecnología, la innovación y la banca dentro de una estructura bancaria muy estática.
El segundo es conseguir un sistema central que se adapte mejor a la definición y procesos del banco, ajustar sus procesos a lo que permite el sistema e intentar adivinar el futuro (pagos, necesidades, mercado, canal, entre otros) y diseñar productos y servicios hoy para satisfacer las necesidades futuras. Al final, los bancos tienen que elegir entre tener una versión digital de un sistema heredado o una capa digital encima de un sistema heredado.
Con estos dos enfoques, la experiencia del cliente final es limitada y el compromiso es casi inexistente. Todos se ven y básicamente se llaman igual.
Los bancos pueden redefinir los modelos de negocio existentes y crear nuevas estrategias de monetización formando parte de un ecosistema más grande.
El último camino, el transformador, coloca al banco con su sistema central como una empresa de plataforma, la misma estrategia utilizada por Netflix, Facebook y Uber con notable éxito. Esto significa que las empresas brindan servicios para que otros interactúen con la plataforma y definen y respaldan diferentes procesos y productos comerciales como piezas atómicas para componer modelos más complejos. En este escenario, los bancos pueden redefinir los modelos de negocio existentes y crear nuevas estrategias de monetización formando parte de un ecosistema más grande.
Este esquema permite a los bancos mantener su lugar en la mesa como proveedores de servicios confiables, exponer APIs abiertas para interactuar con clientes, socios comerciales o incluso otras plataformas y diferenciarse en la oferta, no solo de productos y servicios, sino también de integración y aprovechamiento.
Desde una perspectiva personal, los diferenciadores clave de hoy para los bancos, y lo que sus plataformas deben lograr, de una forma u otra, es la capacidad de adaptar sus productos y servicios clásicos a las nuevas condiciones del mercado, ser lo suficientemente flexibles para aplicar nuevas regulaciones, ser ágiles para enfocarse en nuevos clientes con un bajo tiempo de mercado, estar abiertos a interactuar en ecosistemas abiertos, ser seguros para proteger el activo más valioso de los clientes, sus datos, y ser altamente eficientes para servir a la mayoría de las personas y hacerlo mejor.
Ahora es el turno de una de las industrias más establecidas y tradicionales de enfrentar la transformación digital. La historia nos ha estado enseñando importantes lecciones para tener en cuenta: no es el más fuerte el que sobrevive, sino el más adaptable.
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